Vamos a jugar a las adivinanzas: Maquina perfecta. Frágil. Tiene el poder the mantener su suave latido en secuencia para que logre el siguiente respiro sin percatarse. Es el órgano de la vida.
Escribiría “pocos saben,” pero en realidad nadie sabe que mi organo favorito es el corazón. Será por algunas razones que por cierto, deben quedarse en la oscuridad tan hermosa llamada privacidad, pero digo esto por que en realidad es una cosa increíble, literalmente: in - creible.
Bueno, hasta el día de hoy no puedo creer su funcionamiento tan ágil y preciso. Es algo fuera de nuestro alcance humano poder entender cómo cada latido bombea sangre a todo rincón del organismo. Ninguna obra creada por el hombre podrá algún día lograr un diseño más perfecto que el del corazón.
Pocas veces nos vamos a topar con escritos hablando sobre un corazón roto literal, y no metafórico aliado al romance, pero tú sí, ahorita, en este momento. Hasta creo que lograría convencerte que el corazón literal es más romántico que cualquier metafórico, por que el corazon romantico no existiría sin el literal, pero ese ya es otro tema.
Puedo sonar algo obsesiva con algo que nos parece tan común de día a día, como el latido del obvio corazón. Pero podré decir yo, que literalmente nací con el corazón roto, que ser dueño del órgano que realiza más trabajo físico que cualquier otro músculo del cuerpo, en perfectas condiciones, tocado por manos salvadoras o no, es un milagro diario.
Nunca dejemos pasar algún momento donde tengamos la oportunidad de darnos cuenta de que sin nuestro corazón funcionando, no somos. Yo, el dia de hoy, agradezco el día de hoy hace veinte años.
Veinte años después, soy el cuerpo sano que carga conmigo cada sol y cada luna. Que abre y cierra los ojos y mastica y saborea como todos los demás suertudos. Pero sobre todo lo demás, que carga con el gran músculo bombeador de sangre rica en oxígeno que lleva los nutrientes a los tejidos del cuerpo a través de los vasos de la sangre, perfectamente.
Soy un circuito cerrado, nada se pierde de su camino.
Xoxo, Stella.
For Dr. Mackenzie